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Iniciativas Prácticas de resistencia entre pandemias y violencias sociales #3 Bolivia
20 Octubre 2021
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En el marco de ALAS, para visibilizar los desafíos que enfrentan las/los activistas y comunidades de los países que integran la red, vamos a publicar periódicamente escritos con “enfoque país”: fotografías instantáneas de los contextos socio-políticos que marcan estos territorios en época, no solamente de emergencia humanitaria y violaciones sistemáticas de los derechos humanos, sino también de luchas y esperanzas.

#3 Bolivia

En la tercera ola, los efectos del rebrote, la variante brasileña ha hecho que en Bolivia, se tenga los registros más altos de infectados y de fallecidos, en comparación desde el inicio de la pandemia, atravesando una necesidad común en las ciudades del país, de medidas de cuarentena rígida para frenar el avance de los contagios. En medio de la desesperación, preocupación y llanto, las familias hacen sus filas en busca de recarga de oxígeno medicinal, personas peregrinando en busca de fármacos en medio de especulación, ocultamiento y alza de los medicamentos mediante intermediarios en las redes sociales, desesperadas invocaciones para hallar un espacio en terapia intensiva. En las comunidades rurales, las mujeres para el cuidado y la protección de sus familias, acudiendo a las prácticas ancestrales derivadas de la medicina natural o tradicional (eucalipto, manzanilla, matico, huira huira), con infusiones, vaporizaciones, cataplasmas. Desde su llegada hace 6 meses, el Gobierno Arce aún no ha fortalecido el sistema sanitario; por la presión tuvo que importar oxígeno desde Brasil, Chile, Argentina para atender la crisis sanitaria.

Con relación al aumento del tráfico de droga registrado en tiempos de pandemia, cabe señalar que las autoridades usaron la emergencia sanitaria para proteger tanto al narcotráfico y el crimen organizado transnacional, como todo tipo de actividad extractiva1. Ante la crisis económica por la propagación del COVID-19, gobiernos y empresas están supuestamente tratando de fortalecer la idea de que la minería sea una de las alternativas más importantes para la reactivación económica post pandemia. Posición paradójica, si tomamos en cuenta que, diversas empresas se negaron a suspender actividades o presionaron a las autoridades para evitar la suspensión, aun cuando la situación así lo demandaba, debido al aumento de contagios de trabajadores con el riesgo para sus familias, las comunidades de procedencia y aquellas en el entorno de los centros mineros.

En tiempos de pandemia, el despliegue en el territorio de Bolivia de las entidades criminales (laboratorios de procesamiento, sitios de acopio y distribución, incluso academias de aviación), tanto extranjeras como autóctonas, ha seguido orientándose hacia los territorios orientales del país por su proximidad geográfica con Brasil2,Argentina y Paraguay, aunque en los últimos años Chile aumentó su importancia3.

Por su parte, los grupos criminales domésticos parecen estar relegados a un segundo orden, manteniendo una relación de subordinación a las organizaciones foráneas4. Es cierto que en los últimos tiempos se han detenido a importantes narcotraficantes locales, cuyas operaciones se articulaban con redes internacionales de tráfico y que se valían de importantes vinculaciones en el mundo de la política y el poder judicial5.

Autora: Maya Koshi

Foto: Banderas blancas. Desde el inicio de la cuarentena a la fecha, muchas familias bolivianas no pudieron recuperarse de la crisis económica que generó la pandemia por el covid-19, las fotografías describen la realidad que viven muchas familias en la ciudad de Oruro, las cuales se sostenían de la venta de productos y alimentos en el comercio informal y generaban el sustento y alimentación de las ganancias obtenidas del día a día. Debido a la crisis económica que generó el encierro por 4 meses de cuarentena rígida a nivel nacional y a falta de alimentos, muchas familias optaron a pedir dinero y alimentos a vehículos que circulan en la carretera interdepartamental Oruro - La Paz, muchos niños y niñas miembros de estas familias flamean banderas blancas al borde de la carretera como símbolo de emergencia y ayuda a estas familias que a la fecha no logran recuperarse económicamente.

Autor fotografía: Banco de fotografías Fundación Munasim Kullakita

1Al día de hoy, el crecimiento económico de Bolivia ha alcanzado el 5,3% en los primeros cuatro meses de 2021 (Global Economic Activity Index) con importantes dinámicas en los sectores de minería, construcción, hidrocarburos, manufactura y comercial.

2El gigante sudamericano constituye una importante pieza en los esquemas de las drogas ilegales en América del Sur: por un lado, es el segundo mercado nacional de cocaína a nivel mundial, con un consumo estimado de casi 100 toneladas anuales por más de 2 millones de personas; por otra parte, a través de su vasto territorio se trafica cocaína que suele tener a Europa como destino final, y que es enviada por vía marítima o aérea, siendo usuales las rutas hacia la región de África Occidental y, en particular, Angola y Guinea.

3Las modalidades del tráfico desde y hacia el exterior son heterogéneas e incluyen medios aéreos (“narcovuelos”), terrestres y lacustres. Solamente desde pistas ubicadas en el departamento de Beni despegan cotidianamente un promedio de 30 aviones hacia las naciones limítrofes, transportando cada uno de ellos hasta media tonelada de cocaína. El trasiego por vía fluvial apela a la cuenca del lago Titicaca y su red de afluentes que se extienden hasta las áreas fronterizas del país, utilizando lanchas y barcazas. Finalmente, el tráfico terrestre se vale de camiones de carga, autobuses internacionales y vehículos particulares, en muchos casos dotados de compartimientos ocultos donde se esconde la droga. La red vial empleada prioriza los caminos secundarios y sendas, poco usados por el tránsito usual. En estos casos, además, se observa un uso intensivo de las llamadas “mulas” (o “capsuleros”): personas que pueden llegar a ingerir hasta un kg de cocaína, distribuido en un centenar de cápsulas.

4Teniendo en cuenta diferentes trabajos, un listado de esas organizaciones incluye a las brasileñas Primer Comando de la Capital (PCC) y Comando Vermelho; la Federación de Sinaloa y los Zetas, de México; el peruano Sendero Luminoso; incluso mafias rusas. También se indica una fuerte presencia de actores sub estatales colombianos como el Cártel del Norte del Valle; diversos grupos paramilitares devenidos en bandas criminales, entre ellos las Autodefensas Campesinas de Casanare (ACC), Los Rastrojos y Los Urabeños; y, finalmente, elementos residuales de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), del país homónimo. De todo este conjunto de actores, cada vez con mayor nitidez se destaca el PCC, que ha dejado de comprar cocaína al por mayor y distribuirla dentro de su país, para negociar en forma directa con los productores de cocaína bolivianos (y también peruanos), integrándose a la cadena de suministro de ese estupefaciente.

5 Los casos más resonantes de los últimos tiempos son los de Pedro Montenegro Paz y Mayerling Castedo (miembro del clan familiar Candia-Castedo), capturados en mayo y junio de 2019 respectivamente. Aun así, desde la desarticulación del cártel de William Rosales Suárez, el “Rey de la Cocaína”, a comienzos de la presente década, no se destaca con nitidez ninguna organización o cártel autóctono de primera línea.

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